Óleo sobre lienzo de formato octogonal, firmado por Louis Pieter, realizado en el siglo XIX, que representa a una dama cortesana inspirada en la pintura rococó de Jean-Marc Nattier (siglo XVIII). La figura, situada en primer plano y mirando directamente al espectador, viste un elaborado traje azul intenso y una mantilla dorada que, al disponerse en diagonal, aporta dinamismo a la composición. A la derecha, una columna clásica coronada por un arreglo floral equilibra visualmente la escena. El modelado del rostro y las manos presenta un tratamiento suave y detallado, con finas veladuras que suavizan las transiciones tonales, mientras que los ornamentos —encajes, flores y velo dorado— exhiben pinceladas más empastadas y visibles, generando textura y luminosidad. Los colores, intensos y brillantes, destacan gracias a la imprimación blanca de céruse que refuerza el carácter radiante del conjunto. 

El retrato femenino, género codificado en el academicismo, idealiza a la dama como símbolo de virtud y belleza. La composición evoca los retratos cortesanos del siglo XVIII, con una disposición poco naturalista y volúmenes proyectados hacia el espectador. Los elementos iconográficos refuerzan el significado alegórico: las rosas aluden a la amabilidad y la esperanza, los lirios a la pureza y la virtud femenina, y la mantilla dorada con encajes blancos sugiere modestia y recato. 

El retrato de Louis Pieter retoma la estética rococó de Jean-Marc Nattier Nattie, siguiendo su retrato de Madame Victoire de France, sito en el Palacio de Versailles, mediante el uso de colores claros, telas drapeadas y abundantes motivos florales, aunque incorpora rasgos neoclásicos y academicistas en la solidez del trazo y la estructura compositiva. La obra conjuga la gracia galante del siglo XVIII con la precisión técnica del XIX: recupera el refinamiento visual del rococó, pero con la ejecución firme y depurada característica del historicismo decimonónico. De este modo, establece un diálogo entre dos tradiciones: la elegancia aristocrática de la Francia de Luis XV y el gusto historicista propio de la Tercera República. 

Este óleo sobre lienzo se sitúa, por tanto, en la transición entre el academicismo del siglo XIX y el resurgimiento tardío del estilo dieciochesco. Durante la Tercera República francesa (1870–1940), el arte oficial promovía un academicismo conservador, representado por retratos de ejecución refinada y realista, mientras que el coleccionismo privado impulsaba el revival de estilos “neo”, vinculados al gusto nostálgico de la belle époque. Este enfoque ecléctico refleja la continuidad estética entre el Segundo Imperio y la Tercera República, manifestando el interés por reinterpretar el legado artístico del siglo XVIII bajo los parámetros técnicos y conceptuales del XIX. 

En la parte posterior se aprecia la marca “GARANTIE CÉRUSE PURE” certifica una imprimación con blanco de plomo puro, técnica tradicional que proporciona luminosidad a la capa pictórica, mientras la inscripción “SUP TISSI LIN” (tejido de lino superior) confirma la fineza del lienzo industrializado, posiblemente suministrado por fabricantes especializados como J. M. Paillard. Buen estado para su antigüedad y uso, se señalan posibles faltas en las imágenes.