Magnífico óleo sobre tabla atribuido a Josep Oriol pintor catalán, realizado en la España de la segunda mitad del siglo XX. Representa una escena arquitectónica que parece corresponder a un claustro dominado por arcos y columnas que estructuran la composición. La pincelada es suelta y pastosa, con empastes que aportan textura y densidad a las superficies, especialmente en los muros y la vegetación. Se utiliza una gama cálida de ocres, sienas y rosados, matizada por verdes y violetas. La perspectiva está ligeramente inclinada, lo que otorga dinamismo y una sensación de movimiento a la mirada; el punto de fuga se sugiere más que se define, lo que refuerza el carácter impresionista y espontáneo del conjunto.

Josep Oriol Jansana (1913-1993) fue un pintor perteneciente a la Escuela catalana, activo durante la primera mitad del siglo XX, vinculado a la tradición postimpresionista de su región. Formado con Nolasc Valls y en la Escuela de la Lonja, recibió la maestría de Mariano Pidelaserra. Hizo su primera exposición individual en Barcelona en 1935. Debido a la II Guerra Mundial, Josep Oriol no pudo ir a Europa a hacer la estancia artística así que se fue a Marruecos con una beca en 1944. Hacia 1945 formó parte del grupo de "La Campana de Sant Gervasi", integrado por artistas catalanes y extranjeros. Fue en esta tertulia donde comenzó el grupo renovador de la pintura catalana de posguerra, Dau al Set. Allí se conocieron Antoni Tàpies y Joan Brossa. Entre los asiduos a la tertulia estaban tres artistas de Valls: Eduardo Castell, Josep Busquets y Jordi Mercadé.

Su obra se caracteriza por un profundo interés por la arquitectura y los paisajes urbanos, abordados con una mirada sensible a la luz y la materia. Josep Oriol formó parte de una generación que, influida por el Noucentisme y el Impresionismo, buscó armonizar la modernidad pictórica con la identidad mediterránea. Fue un heredero de la generación de 1917, en una línea derivada del fauvismo ya ratos bastante expresionista. Su producción, tanto en óleo como en dibujo, refleja una búsqueda constante de equilibrio entre la estructura y la emoción, entre la construcción del espacio y la vibración de la pincelada.