Extraordinario secreter estilo Transición, realizado en el siglo XX, en Francia. Un mueble en el que aún se ven las curvas, el movimiento y la elegancia rococó heredada de Luis XV —como las patas cabriolé y la línea serpentina del frente— pero ya convive con un mayor orden geométrico, líneas más rectas y sentido de simetría propio del incipiente gusto neoclásico de Luis XVI. Está chapado en marquetería en “plumeado” (chevrón) de nogal de disposición direccional, lo cual era típico de la búsqueda de lujo gráfico por medio del dibujo de la propia chapa más que por tallas recargadas, y rematado por una tapa o sobre de mármol jaspeado en colores rosados que aporta peso visual, estabilidad y nobleza. La pieza presenta un compendio de cajones laterales, siendo los tres primeros un “trampantojo”, pues en realidad son una puerta. Además, una gran tapa abatible central abre un pequeño “théâtre” interior con múltiples gavetas miniatura. Este tipo de mueble se usa para escribir, guardar correspondencia, administrar papeles privados y almacenar objetos pequeños de valor y —en la época— era un objeto íntimo, de refinamiento doméstico y de estatus. Todas las guarniciones son de bronce y conserva dos llaves. Es un buen ejemplo de lo que se entiende por “mobiliario de transición”: no es puro Rococó ni tampoco puro Neoclásico, sino el puente estilístico entre ambos lenguajes, momento en el cual París aún ama la curva pero ya no teme a la regla.