Pareja de mesitas de noche con copete-espejo y tapa de mármol, realizadas en los albores del siglo XX, dentro de un estilo isabelino que interpreta libremente los modelos del Luis XVI. Esta influencia se aprecia en la combinación de líneas rectas y curvas sencillas, que confieren a las piezas una elegancia sobria y equilibrada.

La estructura presenta un cuerpo principal de frente curvo, sostenido por cuatro patas finas, con las delanteras rematadas en sablots. El espacio de almacenaje se organiza mediante una puerta inferior y un cajón de cintura de frente ligeramente convexo, provisto de un tirador central metálico. La construcción combina una madera de sección económica como alma estructural con un chapado de caoba, reconocible por su cálido tono rojizo. Destaca el trabajo minucioso de marquetería, con paneles decorados con medallones ovales y fileteados, ejecutados a base de chapas finas y enriquecidos con apliques de bronce dorado. La tapa de mármol veteado, en tonos beige y gris, se corona con un copete-espejo de marco ovalado dorado y espejo biselado, que aporta un toque de refinamiento y luminosidad.

En cuanto a los materiales y la economía de ejecución, la práctica documentada en España durante el siglo XIX consistía en sustituir la caoba maciza por pino chapeado en caoba o palo santo, así como en emplear bronces troquelados en lugar del ormolú finamente cincelado característico de la ebanistería francesa. Este criterio de producción permitió obtener piezas de apariencia lujosa a un coste más accesible, manteniendo el atractivo estético de los modelos franceses.

Por sus características formales y técnicas, se trata probablemente de una producción española de finales del siglo XIX o inicios del XX, procedente de talleres urbanos o fábricas de Barcelona o Madrid. En este contexto, el auge del fenómeno industrial y los talleres de marquetería explica la existencia de muebles con bronces y decoraciones seriadas, destinados principalmente a la burguesía nacional. Estas mesitas constituyen, por tanto, un ejemplo representativo del eclecticismo isabelino, que refleja la permeabilidad de los gustos europeos en la España del XIX y el florecimiento de una industria del mueble refinado, especialmente activa en centros como Barcelona.